domingo, 23 de octubre de 2011

Descansa en paz, Marco

Tomizawa, Abe, Kato, Marco... Parece mentira que se vayan. Y se van montados sobre lo que, de algún modo, les ha dado la vida. La muerte es algo natural. Quizá lo único realmente natural de la vida, quizá lo único que nos trata a todos por iguales. Lo siento, Marco. Descansa en paz.

martes, 18 de octubre de 2011

De best sellers va la cosa


Esta entrada va a quedar algo fuera de lugar, pero creo que moleste a nadie que me salga de "la línea editorial" del blog. Os quería hablar de una película que vi el domingo. No es gran cosa, no os creáis. No está mal, pero no es gran cosa. Se titula “No se lo digas a nadie” y si la veis en el videoclub podéis cogerla sin miedo. Sirve para pasar un rato.



Pero aún así me decepcionó un poco. La cogí ilusionado porque está basado en una novela de un buen escritor: Harlan Coben. Me he leído dos libros de él y me parecen estupendos - sobre todo El bosque-. De aquellos que te mantienen pegado a sus hojas mientras de desenmaraña la historia. Es escritor de best sellers, pero de best sellers de garantías.

lunes, 17 de octubre de 2011

La nueva dama de blanco



Yo sabía que algo que estaba pasando. Como os habréis dado cuenta, hace bastante tiempo que no os hablo de mi dama de blanco… La última vez que lo hice, comentaba que no me fiaba mucho de ella. Todo indicaba que me estaba mintiendo porqué las pérdidas que tenía no eran normales. Después de tres semanas desde que empezaran mis sospechas me decía que había perdido más de diez kilos. Y eso, además de no poder ser, era imposible J.

Durante los chequeos que me hice me pesaron y me descubrieron, ya sin ninguna duda, que la báscula me había estado engañando. Me fustré bastante, la verdad. Pasé un par de días de desánimo al comprobar que todo no iba tan bien como yo pensaba. Al poco descubrí que eso no significaba que fuera mal, que aún así debía estar contento y debía seguir a lo mío. Tiré la báscula y me compré otra del Carrefour, barata, barata. Respiré hondo y decidí seguir con lo mío.

viernes, 14 de octubre de 2011

Las mentiras de los espejos.

No sé si alguna vez os ha tocado corregir hasta la saciedad algo que vosotros mismos habéis hecho. Yo es una actividad que he tenido que hacerlo varias veces -el verbo tener aquí es casi eufemístico-. Y el resultado es siempre parecido: terminas siendo incapaz de ver nada porque ya no miras, tu cerebro es más rápido que tus ojos y presupone que aquello está bien. Por eso, al corregir un texto, un proyecto o -yo que sé- una carta de amor, es mejor dejar que las cosas reposen un tiempo.

A nosotros nos pasa algo parecido -permitidme que os meta en esto para no sentirme sólo-. Cuando nos miramos al espejo no vemos nada. Vemos a alguien al otro lado sin pararnos a pensar que somos nosotros. Ya sé, es obvio que somos nosotros. Demasiado obvio. Pero también lo es que no aprovechamos ese momento para mirarnos a los ojos.