miércoles, 22 de junio de 2011

De la madriguera al cielo y más allá


Estaba yo ayer dando una vuelta por este maravilloso mundo que es Internet cuando me encontré con algo muy curioso: otro yo. Tengo que aclarar que yo mismo ya soy un montón de yoes, si se me permite la palabra. Tengo tantísimas personalidades repartidas por internet que en algún foro me he sorprendido mandándome privados a mí mismo. Pero no es a eso a lo que me refiero sino a que me encontré con una persona con unos síntomas muy parecidos a los míos. Fue en un foro que visito bastante últimamente (emoticono al azar) y ni siquiera supe que decirle. Volvía a ser algo parecido a hablar conmigo mismo.


Me fui de ahí sin decirle nada y no volví a pensar en ello hasta la noche, cuando viendo Callejeros viajeros en San Francisco no me quedó más remedio. ¡Seremos tontos!

La persona en cuestión, porqué deduzco que era una persona o un programa informático muy logrado, decía que estaba estancada en su peso desde hacía muchos meses. Al parecer su día empezaba a las seis de la mañana y después de dos empleos distintos y múltiples quehaceres llegaba a casa a las 9 de la noche para hacer la cena, cenar y acostarse. Se lamentaba de tener que aceptar la medianoche como única opción para el deporte y la mayoría de los días, como es normal, no lo conseguía. Esta chica debía dedicar más de dos horas para poder llegar a su puesto de trabajo y otras tantas para volver. ¿Y se cree que su problema es el estancamiento en la dieta?

Vamos a ver como lo digo… No. Son sólo dos letras pero puedo poner más: no, no. Si con todo eso se piensa que su problema es el peso es que no ha pensado mucho en ello. Su problema es que ha seguido al conejo blanco hasta una madriguera llena de espinas; su problema es que le han vendido la moto y yo detesto los vendemotos.

Me permito hablar con este tono porque en realidad estoy hablando de mí. Ya sabéis como funciona esto de las proyecciones. La situación de esta persona en concreto puede estar justificada por una infinidad de motivos. Como caso individual es posible que esté justificado; lo triste es que lo justifiquemos como síntoma colectivo. En algún momento nos hemos dejado engañar por la religión del esfuerzo, el sacrificio y la abnegación. ¿Cómo podemos ser tan tontos? ¡Que sólo tenemos una vida! ¿De verdad queremos dedicarla al trabajo? ¿Queremos vivir sin tiempo para nosotros mismos?

Al acostarnos por la noche deberíamos preguntarnos cuanto tiempo nos hemos dedicado a nosotros mismos, a nuestro mundo, que es nuestro y de nadie más. Deberíamos examinarnos antes de dormirnos, darnos puntos por cada vez que hemos reído durante el día; por cada vez que nos hemos emocionado o estremecido. Quizá alguna décima por haber dedicado un rato a escuchar música y alguna por haber estado leyendo o escribiendo. También por haber paseado sin rumbo y, sobre todo, por haber sido capaz de escuchar a alguien. Deberíamos aprobar cada día y no permitirnos suspender a menudo para no encontrarnos con tantos suspensos que no tenga sentido acudir a las recuperaciones ¿No conocéis la canción de Dani Martín?

La vida no espera, no avisa,
ni se hace tu amiga.

La vida es un juego con una partida
nos trata de tú, nos grita y nos mima
nos reta, nos pone un examen al día.

La vida es lo único que manda en la vida
La vida no es tuya, Ni tuya ni mía.
La vida es la Vida, nos pone y nos quita

El cielo es de los perros – Dani Martín. Canción incluida en su disco Pequeño.

Todos somos conscientes de eso. Pero fingimos no verlo y evitamos escucharlo. Lo posponemos para cuando sea más oportuno que vivir para los demás. Hemos aceptado la madriguera porque aquí estamos a salvo; son mejores las espinas que las sorpresas; es mejor la resignación que la incertidumbre. Por eso cuando vemos Callejeros viajeros o Españoles en el mundo nos embriagamos de un profundo sentimiento de admiración: “ojalá yo fuera capaz”. Nos olvidamos que no hace falta cruzar el mundo para ser feliz; basta con cruzar la puerta y salir, salir de esta vida que ya no es tuya, ni tuya ni mía.

Un abrazo

4 comentarios:

Simplemente yo dijo...

Por supuesto que no me molesta en lo absoluto que hayas tomado mi caso para exponerlo en tu blog. Es más, te agradezco por hacerlo, ya que me hiciste recordar algo que en algún momento mentalicé, pero que había quedado guardado en algún rincón de mi cerebro. Creo que muchas veces no nos detenemos a pensar y simplemente dejamos que la vida fluya como los demás quieren que vaya, y no como nosotros queremos vivirla.

Personalmente, me vuelco mucho al trabajo porque no tengo a quién dedicarle tiempo (y sí, cuando le dedico mucho tiempo a mi persona termino cometiendo más de alguna estupidez, por eso lo evito). Pero tienes muchísima razón. Si hay algo que heredé de mis padres (y que me molesta muchísimo) es tener que siempre ser responsable con todo. Los observo ser así y veo que no disfrutan. Todo en la vida es ahorrar, pagar cuentas y pensar "en el futuro". Pero... y el presente? Cómo pretendemos disfrutar del futuro si no hacemos un esfuerzo por disfrutar del presente? Sinceramente, me has dado mucho en qué pensar :)

Un buen preplaya dijo...

¿Sabes una cosa? Creo que somos muchos en circunstancias parecidas. Debe ser el mal del siglo XXI. Y supongo que no será importante que nos curemos hoy. Lo que es realmente importante es que seamos conscientes de ello, de que queramos resolverlo. Así, es posible que cuando veamos un desvío seamos capaz de tomarlo.

A medida que me voy haciendo mayor va cambiando mi visión del mundo. Cada vez entiendo más y mejor que no puedo cambiar el entorno que tanto me condiciona, pero puedo cambiar cómo me condiciona. Debemos consentirnos el margen de maniobra necesario, pero no la opción a rendirnos.

Poco a poco podemos cambiar cosas y buscar nuevas ilusiones. Como leí una vez, no somos mucho más que nuestras ilusiones y nuestros miedos. Está en nuestra mano decantar la balanza; tenemos que buscarlas y perseguirlas porque sin ellas sólo somos niños asustados.

Un abrazo.

Jotapé dijo...

Buenas, caigo nuevo por este blog y estoy leyendo todos tus posts desde el principio pero no he podido evitar comentar en este antes de seguir con el resto hasta llegar al actual.
Como mucha gente en este mundo acabé petando con tantas horas y tanta responsabilidad en el curro. Teneis toda la razón del mundo, disfrutad del presente a tope y buscar alternativas beneficiosas para vuestra salud. Al fin y al cabo, esta vida sólo se vive una vez y por culpa de mi excesiva exigencia personal, estoy encerrado en un pequeño mundo "seguro" del cual no queiro salir porque todo lo que "imagino" ahí fuera, me da pánico. Poco a poco se va mejorando pero cuesta, no lo voy a negar.
Me encantaría poder decantar esa balanza que comentas hacia el lado positivo. En ello estoy.
Un saludo y perdonar la intromisión!!

Un buen preplaya dijo...

Lo primero que tengo que decirte es que no es ninguna intromisión. Como gloguero que eres -o como se diga- sabrás que los comentarios gustan. Significan que te leen. Sin comentarios, nuestras palabras no son más que un mensaje arrojado al mar dentro de una botella. Y esa novela ya la escribió Nicolas Sparks.

Y por el resto... pues que voy a decirte que no sepas. Hay quien cree que las empresas sobornan a la gente con dinero, pero no es cierto. Es peor que eso. Nos sobornan con la ilusión de la seguridad. Nos hacen creer que mientras seamos capaces de trabajar más que nadie seguiremos teniendo un empleo, una casa y un coche. Demasiado triste para asumirlo sin más.

La cuestión aquí es si, sabiéndolo con tiempo, seremos capaces de rectificar.

Un abrazo

Publicar un comentario