martes, 21 de junio de 2011

Igual termino por cogerle cariño


Del primer mensaje en este blog se intuye que me preocupo tanto o más por mi estado de ánimo que por la evolución del discurso de mi báscula. Igual que no puedo posponer más afrontar mi problema de sobrepeso, no puedo posponer el sentirme bien. Si hago dieta es para eso, no para castigarme por los excesos. Si tuviera que castigarme por todos los excesos cometidos, la divina comedia de Dante no sería inspiración suficiente.


Así pues tengo que empezar diciendo que me siento bien. Mi condición sexual no me permite decir que me siento feliz de ser mujer pero tampoco es algo que me preocupe demasiado. Decir que me siento feliz de ser hombre no tiene ni puñetera gracia por lo que me conformo con decir que me siento bien. Y a eso ya había llegado en la primera línea del párrafo pero necesitaba una introducción para esto: esta mañana me he pesado. Y me gustaría poder incrustar en el documento un redoble de tambores para dotar de un poco de misterio e interés al párrafo, pero me conformaré con un punto y aparte.

Hace unos meses empecé con este peculiar proyecto. No le di nombre hasta ayer, pero empecé hace casi un año cuando dejé de fumar. Lo bauticé como “el proyecto preplaya” porque el “proyecto Mayhem” ya estaba pillado y yo sí quería hablar de él. Quería contar a la gente como me sentía enfrentándome a estos pequeños problemas y eso hago.

Cuando terminó el verano pasado empecé a pensar que estaba postergando demasiado mi vida. No era sólo el problema de sobrepeso ni el tabaco que me estaba matando. Era una cuestión de actitud; de querer coger las riendas. Decidí dejar de fumar porque me hacía sentir tonto. Llevaba muchos años pegado al cigarrillo y se había convertido en algo que me tenía completamente controlado. También intenté hacer dieta. Durante muchos meses. Pero cuando me pesaba mi báscula decía que mi peso era infinito. Mis conocimientos matemáticos algo limitados me decían que eso solo era posible si me dividía a mi mismo por cero. La culpa era suya, seguro. Si mi peso era infinito sólo era porque los números terminaban muy pronto para ella. ¿Qué tipo de báscula sólo cuenta hasta 150? Me sentí estafado (voy a evitar el uso de emoticonos, pero aquí vendría muy bien uno).

Empecé a hacer una dieta “normal”. Controlar el consumo de dulces y de grasas (por no decir eliminarlos) y reducir el consumo de carbohidratos. Nada fuera de lo normal. Lo mismo que haría cualquiera pero sin un plan determinado y sin perder el sedentarismo que me ha caracterizado toda mi vida. Y algo estaba perdiendo, eso lo tengo claro aunque me báscula seguía sin querer hablarme. El cinturón me decía que iba en el buen sentido pero avanzaba muy despacio. No porque la dieta fuera mala, sino porque no tenía ningún control sobre lo que hacía. Necesito que las cosas queden escritas; saber cuándo pierdo y cuándo no; saber dónde estoy y empezar a pensar a dónde quiero ir.

Por eso me compré una báscula nueva. Bueno, por eso y porque la anterior, misteriosamente, se rompió en mil pedazos. Una báscula que me ha dicho esta mañana que en una semana he perdido cuatro kilos y doscientos gramos. Nada excepcional dadas las circunstancias pero que me anima lo suficiente para seguir en esto de la dieta Dukan. Supongo que hablaré de ella en alguna ocasión, de cómo se vive con ella, pero hoy puedo decir que la elegí porque es fácil seguirla.

Otras, y hay muchas, te hacen sentir que vives en una hoja de Excel. Estoy convencido de que son más “equilibradas” y no descarto volver a ellas dentro de unos meses, pero es terrible estar pesando los fideos antes de hacer la sopa. El método Dukan es la forma de hacer dieta sin estar pensando, midiendo y elucubrando la forma de hacer trampas. No es que cambies la hoja de Excel por un Kandinsky, pero si arrojas un poco de luz. Como mi báscula, que al haber perdido peso ha encendido un pequeño led verde. ¡Qué simpática! Seguro que le cojo cariño. Al menos hasta que encienda la roja y tenga que buscarse otro lugar dónde vivir. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario